jueves, 18 de marzo de 2010

Mi Infancia y mis primeras hazañas pasteleras

No he dicho que soy la más chica de seis hermanos y la única mujer.

Cuatro "normales" (se supone) y un Down (un poco más transparente que los otros).

Yo digo que nací y ya era mamá, prácticamente crecí con mi hermano con Síndrome de down, Miguel Omar (el Chino para nosotros), el sería mi compañero de juegos, muy bueno por cierto, porque casi no hablaba y siempre me dejaba ganar y conducirlo. Aún vive conmigo y lo amo, es alguien muy especial para mí, puedo decir que es literalmente, un hijo mas.

Mis otros hermanos, me llevaban más años, había un diferencial entre 5 y 11 años. Sus necesidades eran otras y estaban formando su vida. 3 de ellos, algunos físicamente, otros al menos en su mente, ya no estaban en casa. Se encontraban estudiando sus posgrados o por irse, algunos ya casados y otros por hacerlo. Cuando mi Papá murió había mucha prisa por irse, las necesidades eran muchas y ninguno de ellos estaba preparado para mantener a una viuda y 5 hermanos más.

No todo era malo, mi mamá comenzó a trabajar en una escuela secundaria un año después de muerto mi papá, abandonó la depresión y eso la hizo re-descubrirse como ser humano, ya no necesitaba de nadie, era productiva!. Su autoestima subió bastante, se pintaba, se arreglaba y se iba a trabajar. Descubrió que la vida no se había acabado y seguíamos en la pelea.

Detrás habían quedado los juegos que creo que me hicieron más brava. Aquellos en que siempre servía de portero (para aventarme los pelotazos) o bien en otros como en el juego de los hoyitos en el que siempre perdía y terminaba crucificada de cara a la pared aguantando los pelotazos con pelotas de goma que me daban con toda la fuerza que podían(abusones). La verdad, hasta hoy, nunca supe porqué perdía.

En ese ir y venir, pasé mi infancia.

De mi adolescencia hablaremos después, porque, como buena mujer, suelo desviarme y olvidar de lo que estaba hablando. No se preocupen, siempre al final encontrarán que la historia contada tiene algo que ver con mi aprendizaje y mi formación de ejecutiva y pastelera (mas incongruencias.. pero ahí no tanto no?).

Debo confesar que, a los 12 años, mi incursión en la repostería fue fatal, mi primer pastel era de cajita y se me bajó totalmente, quedó casi como una mega-dona, jajajaja.

Ahora se que debe haber sido porque abría el horno cada ratito, era tanta mi desesperación porque estuviera listo que no aguantaba y lo abría cada 3 minutos. Como siempre fui muy Chillona, obviamente, cuando salió el pastel y vi mis resultados, lloré como magdalena.

Aún hoy es algo que no tolero y lloro de impotencia cuando no puedo hacer algo o algo no me sale bien. Cosas que se supone se quitan con la edad, 'lástima margarito', algún karma debo tener que pagar porque, no se me ha quitado.. :p.

Así que, haciéndole justicia a mi comportamiento, como buena luchadora, seguiría insistiendo hasta lograr un resultado correcto.

Lo lograría al tercer intento, yujuuu!... :D.

Pero el betún no lo controlé bien. Ok, 6 de 10 puntos (no me iba a reprobar yo sola no?), aclaro que el mínimo aprobatorio en ese tiempo era 6.

Era de esos con cocoa, lechera y mantequilla, la receta decía que se ponía en un recipiente a baño maría (lo cual no sabía bien que era, pero pregunté) y que se preparaba a fuego lento. Me pareció una condición exagerada y lo puse directo en la estufa y le subí un poquito el fuego (jajajaja) y por ende.. se pegó y se quemó en la olla.

Comimos pastel sin betún...

Seguí insistiendo. Me armé de paciencia, algo que descubrí, a los 12 años, era un requisito indispensable en la repostería.

Seguían cosas por aprender...

Había logrado vencer el primer peldaño, de una escalera alta, alta. Pastel de chocolate de caja con betún casero a la vuelta y vuelta. Eso sí, si algo de reconocimiento me merezco es por jamás haber usado un betún comercial, jamás!. mjm!

Llegaría a los 13 años, tiempo en el que le diagnosticaron a mi Mamá su primer cáncer, este sería en la matriz.

Bendita pubertad!, mis hormonas funcionaban tan bien y ella fue tan fuerte, que casi ni nos dimos cuenta que estaba enferma. No obstante, en las noches, siempre me preguntaba que sería del Chino y de mí si ella llegara a faltar.

La operaron, le sacaron la matriz con todo y tumor. Uno de mis amigos era de la sociedad de alumnos de la secundaria, la escuela, le encargó llevarle en su nombre, un Ramo de Flores enorme. Había dobles intenciones en el, :D, sería mi novio por 8 años :p.



Ella habría de pasar cosas muy fuertes, todavía no había quimioterapias y su tratamiento realmente fue a base de radiación. Se iba sola al hospital, la encerraban en un cuarto y la encadenaban a una cama en la que estaba el cobalto. Gracias a Dios, el tratamiento resultó y se salvó.

Por ese entonces, mis 2 hermanos mayores, ya no estaban en casa, Daniel estaría casándose e inmediatamente habría de irse también a hacer su posgrado.

Fue en ese entonces que encontré los folletos viejos. Todo se acomodó, había tal nivel hormonal en mi, tanta ansiedad y tantos miedos contenidos, que la pastelería resultaría una válvula de escape fenomenal para mí. Se volvió para mi, distracción, reto y además terapia de relajación (incongruente no?), me encantaba!.

Sólo quedábamos en casa, mi mamá, el Chino y Felipe mi hermano "normal" más chico. El pobre sufrió en carne propia mis evoluciones reposteras. Un día, puse a hervir una lata de lechera para usarla en el medio de un pastel y por desesperada, para variar, no esperé el tiempo suficiente a que se enfriara. Estuve dale que dale para que me ayudara a abrirla y.... pasó lo que tenía que pasar, la abrió con el abrelatas y la lechera saltó como bomba, cayó en su mano y no se donde más. Se lo llevaron al hospital con quemaduras de segundo grado :S.

Pobre, me perdonó. Pero, aunque no lo hubiera hecho, yo ya estaba decidida a continuar aprendiendo... Tenía aquellos folletos.. algunos de los cuales son los que les muestro..

lunes, 15 de marzo de 2010

Como empecé en este rollo

Déjenme les cuento como fue que comencé a hacer pasteles.

Debo confesar que, aunque no es muy buena cocinera y le teme al horno, fue mi Mamá la primera en inculcarme el gusto por la pastelería. Hacía unos pasteles de chocolate en un sartén con tapadera, arriba de la estufa, se tardaban unos 40 minutos, para mí, en aquel tiempo una eternidad. Aunque eran muy rudimentarios (los hacía rápido y a mano), no podía criticarlos, ni me atrevería, porque los recuerdo como los más buenos del mundo. Tendría unos 7 años..Tiempos aquellos.

Por esas épocas ya mi Papá estaba enfermo, el murió cuando yo tenía 10 u 11 años, no lo recuerdo bien, pero dolió.

Mi hermano mayor tenía una novia preciosa de muy buen cuerpo, con muchas curvas, cabello negro y largo, de grandes ojos verdes con enormes pestañas. Ella sigue siendo bonita. Lo curioso es que, fue ella, que tampoco ha sido muy buena pastelera, la segunda en fomentarme el gusto por la repostería.

Ella hacía pasteles de vainilla con un betún de chocolate que todavía Me ENCANTA, cuando quiero recordar mis tiempos de infancia o saborear un Pastel, sin lugar a dudas ese será mi preferido. Sin embargo, prefiero hacerlo con pastel de chocolate y betún casero de chocolate... Nada de sofisticaciones, lo más sencillo Créanme es para mi el Cielo...

Luego tuve una maestra en la Secundaria. Como mi escuela era pública, aparte de las materias normales, teníamos que tomar materias optativas. Había para elegir: carpintería, costura, cocina y otras más que no me acuerdo. Teníamos que escoger entre alguna de ellas. Obviamente escogí cocina, había sido muy "machorra", peleonera, que jugaba a las canicas y al trompo y odiaba usar bolsas.. peeeeeroo.. me gustaba muucho la repostería.

Ahí fui a parar con "La Tulita", una maestra que tendría en aquel entonces unos 65 o 70 años (para nosotros en aquel entones un titipuchal), nos dictaba las recetas, las cuales teníamos que presentarle debidamente engargoladas. Todas las recetas dictadas debían prepararse en el salón de clases. Me reía cuando nos decía: Se cierne la harina tres veces, la última con el royal, creía que era un capricho, años después me daría cuenta que no. Teníamos los brazos muy débiles, sólo las de muy buen brazo podían levantar las claras a punto de turrón para hacer el betún básico.. Mas tiempos aquellos.. Tendría 14 años y me acababa de poner de novia con el que aún es mi marido... oooorale..

Mi Papá había dejado muchos libros, era periodista, poeta y escritor. Por esa época, de mis 15 años, mi mamá decidió enviar a la Biblioteca Pública muchos de los libros que habían estado en nuestra biblioteca. Ahí salieron muchos folletos de recetas que mi papá tenía. Recetas mucho más elaboradas que descubrí ahí que, a el le gustaba hacer (cuando estaba en mejores condiciones supongo, yo ya lo recuerdo en cama casi siempre).


En esos folletos, ya venían recetas con Crema Moca (que será eso??), Crema batida (Santo Dios, yo no había oído hablar de ella), chocolate amargo (y ese cual es?, yo nomas conocía al carlos quinto). Recuerdo bien la Receta Pastel Vienés de Chocolate.. mmmmm .. había más que aprender..

Por ahí comenzaría, pero esto ya esta muy largo, luego les contaré como continúa esta historia.

Por ahora, les dejo una muestra de lo que ya sé hacer..

Como ven, me falta mucho pero creo que he avanzado un poco..