viernes, 11 de junio de 2010

Descubriendo que la vida no es sólo Vainilla, Fresa y Chocolate y que.. Genética es Destino

Cuando terminé la Preparatoria, la vida se volvió un poco más complicada.

No había muchas opciones de universidad, ni de carreras y yo no podía ni pensar en estudiar fuera de mi ciudad.

Así que no había más que Vainilla, Fresa y Chocolate.

Había que escoger una carrera para la universidad y como el resto de mis hermanos eran ingenieros, yo quise dar la contra y entré a Contador Público para que les diera el infarto.. y les dió ;).. (aunque con el tiempo descubriría que no era lo mío).

Aún no se como es que pretende la sociedad que, a los 18 años, sepa uno lo que quiere hacer el resto de su vida.

Dice uno de mis hermanos (el brasileño) que genética es destino, créanme que no hay nada más cierto. Por mucho que quieras escapar, tus habilidades y aptitudes estarán ahí desde que naces y aunque les quieras sacar la vuelta mil veces, otras tantas, volverás a tropezar con esa chancla una y otra vez y .. la volverás a levantar. jajajaja

Estando así las cosas, en el cuarto semestre me cambié a Administración, para no perder las materias que ya había cursado que eran de tronco común (que abusada yo no?). Al respecto, el periodista Jorge Ramos comenta que el se tardó mucho en entrar a la universidad porque no sabía que quería estudiar y se rehusaba a entrar a Administración o Ingeniera Industrial, porque esas carreras eran para gente que aún no sabía que era lo quería hacer y prolongaban su decisión 4 años más mientras estudiaban un poco de todo para ver que era lo que realmente querían hacer.. No hay nada más cierto. Yo fui una de esas.

Yo descubriría hasta el final de mi carrera que lo único que me llamaba la atención de todo lo que había visto eran la investigación de mercados y el comportamiento del consumidor.. obviamente estadística, proyecciones y análisis. Como ven, al final, por mucho que no quería parecerme a mis hermanos, terminé haciendo cuadritos.. igual que ellos.. :p. Creí que había escogido Chocolate y resultó Vainilla, como ellos.

Esos años de Carrera, me quedaba muy poco tiempo libre, la carrera no era pesada y sabiendo que los ingresos en casa no eran muchos, decidí buscar trabajo. Entré a trabajar a hacienda, pues el horario era corrido. Llevaba una clase de 7-8 salía en friega al trabajo, trabajaba de 8 a 3, me devolvía a la casa de 3-4, me comía la comida fría y en lo que comía me cambiaba, a las 4 ya estaba en la escuela, llevaba 5 o 6 materias, salía a las 9 de la noche, llegaba a la casa, ya estaba el novio ahí, hacíamos tareas, veíamos alguna novela, se iba a su casa y al otro día .. lo mismo.. Bieeen interesante mi vida. :P. No sé si era, Vainilla, Fresa o Chocolate, eso sí, era el mismo sabor, todos los días. jajajaja

Por eso ahora yo digo que uno debe portarse mal cuando le toca, porque, en nuestro caso, parecíamos casados muy chiquitos y tomábamos la vida demasiado en serio. Después, te enfadas de una vida aburrida y buscas aventura ;) y obvio, luego, anda uno haciendo ridículos a edades en que no debe.. algo que, si se portan bien, después les contaré... y sí, alguna vez me porte y se portó mal... muuy mal.. ;).

En ese lapso de tiempo me quedaba poco tiempo para hacer pasteles, pero ya tenía al menos pocos ingresos (le daba todo el sueldo a mi mamá y me queda con el 10% de mi sueldo para chucherías), con eso, y con lo que a el le daba su papá por trabajar en el taller de su propiedad, el sábado, hacíamos un tour gastronómico, íbamos Alfredo (marinovio), el Chino (mi down) y yo, a los tacos sebosos, a los mariscos, al cine, y ya de final escogíamos entre los raspados, los cocos o las nieves, Tooooodo en un día.. Por supuesto el domingo no podía moverme. En un sólo día consumíamos las calorías de toda la semana o el mes... jajaja.. Los novios engordan sabían?

Siempre, a veces, me rebelaba y en lugar de salir a comer, guardaba mi dinero, nos ibamos a una librería a comprarle chistes (comics) a mi down porque le encantaba archie y la pequeña lulú y a mí susy, secretos del corazón. En mi caso, además, buscaba libros de cocina que pudiera comprar. Alfredo buscaba libros de su carrera (nunca entendí porque, pero aún le fascina eso). Es claro que no había internet, por lo cual uno tenía que ir a librerías y se paseaba en ellas y hojeaba los libros que a uno le gustaban y los compraba (me encanta el internet, pero aquello era divertido, se los juro, al menos uno caminaba y hacía más ejercicio en el proceso). Por supuesto, también recortaba las recetas de las revistas que me gustaban, todo servía y todo era válido en aras de mi hobbie.

Así me empecé a hacer de libros y recetas que parecían interesantes y contenían otro tipo de ingredientes o palabras (más sofisticadas para mí o basadas en una cultura diferente). Aprendí que una misma cosa, en otro país, podía tener nombres diferentes, por ejemplo, que el chancho es el puerco, que ananá es la piña, que la nata montada es la crema batida y que la papaya es fruta bomba.

Adicionalmente, supe que había frutas en otros lugares que en mi vida había visto, desconocía sus sabores y sus olores, pero se antojaban, algunas como las frambuesas, zarzamoras y arándanos era imposible encontrarlas en Obregón, durante mucho tiempo, esas nomas estuvieron en esos libros, nunca en mis pasteles.

Ahí comencé con otra fase pastelera, salí de lo clásico y de la zona de confort para empezar a probar nuevos sabores y nuevas recetas, siempre limitada por 2 cosas principalmente: que hubiera en la ciudad los ingredientes y que me alcanzara para comprarlos.

Como todo en la vida, aprendí que no todo era Vainilla, Fresa y Chocolate. Experimenté con un pastel esponjoso con una crema que contenía un poco de piña y un dejo de chocolate. Compliqué el Pastel de las 3 leches para que fuera un reto porque si no, no tenía chiste, hice pay de queso horneado con duraznos que le encantaba a mi cuñada Rosa Amelia (aunque no es mucho mérito, ella es una hormiga), hice crepas, rosca de almendras, flan con licor y otras cosas más que no eran lo que habitualmente había hecho o bien que ya las había hecho pero con ingredientes que no eran los originales.

Hubo otros muchos que no pude hacer porque de plano, estaban fuera de mi presupuesto; como el pastel de queso que llevaba alrededor de 10 cajas de queso philadelphia (quizá si podía haberlo hecho, pero si no me salía bien, sentiría mucho remordimiento por el gasto, que por supuesto, no quería experimentar).

Una cosa estaba clara, seguiría andando ese camino, el hobbie ya estaba declarado. No había vuelta atrás, entre la cocina y yo, había una atracción que, al parecer databa de muchos años atrás, no podía hacer nada por resistirme a ella. Aunque me apartara de ella, siempre volvía, una y otra vez, a levantar la chancla.

Ni modo. Genética es Destino, que se hace?

4 comentarios:

Amy Brito dijo...

Pensar en un mundo sin internet, sin frutos del bosque importados y con pasteles de queso de 10 pqts de philadelphia es.. imposible para alguien de mi generación :P

Rosal dijo...

Sip...Jajajaja... ahora para mí también.. pero aún así, aunque ahora pueda hacerlos, la verdad es que sigo admirando tus pasteles de queso, nadie como tu :D. Love You

Daniel dijo...

Yo no soy brasileño! Solo estoy pasando unos años aqui en Brasil... Me quedaron ganas de probar el pastel de chorrocientos quesos fialdelfia...

Anónimo dijo...

Me encanta, aparte de pastelera buena para escribir. Siga escribiendo por favor, aunque no sean pasteleras las historias son muy divertidas de leer, saludos!