lunes, 3 de mayo de 2010

Entre el Colachi Femenino y las Damas Leonas

Saliendo de la Secundaria, descubrí que siempre sería una antisocial declarada.

Excelente en el uno a uno y cuando estaba frente a público conocido, pero terriblemente fóbica cuando no conocía a las personas, o las consideraba superiores a mí. Supongo que no soy rara, todo mundo tenemos algo de eso y nos afecta en determinados momentos de la vida.

A mí me pasó en la Preparatoria. Pasé de una escuela estatal a una de las preparatorias de paga más caras (obvio becada).

Todavía en la secundaria era muy "galla", como tenía un miedo pavoroso a hacer el exámen de admisión en la preparatoria del gobierno y no pasarlo, me fui al Colegio La Salle y le entregué al Director mi certificado de 9.9 (era nerd, sí, pero además debo haber sido odiosa -popular, simpática, presente en todas las actividades artísticas, guácala-.. nadie me aguantaba).

Me dijo el Director:Y tu quien eres?.
No me conoce, soy fulanita de tal y quiero entrar en esta escuela, no tengo para pagar la colegiatura pero me merezco una beca. Odiosa.
Me vio con ojos de "mira tu, valiente la chamaquita". Esta bien, aclaró -como lo harían muchas veces en la vida- éste no es el proceso normal, pero voy a pasar tu solicitud al patronato, se te hablará si calificas y con que monto.

Llegué a mi casa y le conté a mi mamá muy contenta. Mi amá (así decía mi generación por acá a las mamás) se quedó seria y me dijo: hija, aunque me pidan el 20% de colegiatura, yo no puedo pagarte eso. Entré en pánico, pero me lo callé y esperé. Según yo, tuve suerte. Me otorgaron el 95% de beca y el 5% del importe mi amá podía pagarlo, con sacrificio, pero podía.

Uuy, no pasó mucho tiempo antes de darme cuenta de mi error, que no era error en sí, había sido decisión propia, pero había pasado de un lugar a donde era la estrella y lo máximo, a un lugar en donde era hija de una familia humilde (inteligente sí y medio famosilla en el pueblo, pero humilde).

Santo Dios, ahí me di cuenta de cuantos traumas tenía y cuanto barreras habría de brincar para salir adelante. La escuela me quedaba lejísimos y tenía que tomar 2 camiones, el segundo que me llevaba a la escuela, iba a un poblado cercano llamado Cócorit, y créanme es un pueblo (pintoresco y donde hacen las mejores coyotas y empanadas de sonora) pero pueblo al fin, la gente que se subía al camión para dirigirse ahí, llevaba gallinas, comida, ropa para vender, etc. Yo me bajaba del camión, justo antes de salir de la ciudad al pueblo, naturalmente sintiéndome toda una cocoritense, caminaba unas 8 cuadras (para mí muuy grandes), sintiendo las gallinas caminando a mi lado y llegaba a mi sala de tortura.

Creo que lo más dificil, no fue descubrir que yo era pobre y una más del montón. Fue descubrir que había gente que podía tenerlo todo en la vida, dinero, inteligencia, belleza, dones artísticos, sociales, etc y encima de todo humildad y simpatía. Era demasiado, en las novelas, siempre te decían que los ricos eran malos en toda la extensión de la palabra.. o tontos.. Mmm, nada de eso.

Habría de aprender mucho ahí, tanto académica como socialmente, cosas que nunca había aprendido y no me había interesado aprender, pero al parecer, para alguna gente, tenían importancia. Lo aprendí todo. Después decidiría si tenían importancia o no. O si las utilizaría alguna vez.

Lo principal que aprendí fue que se podía tener todo en la vida, siempre que quisieras y que no había nada de malo en ello, también que, tuvieras lo que tuvieras, era tu deber, ayudarle a todo el mundo que te fuera posible, sin esperar nada a cambio.

De ahí tengo muchas anécdotas, como cuando se inundó la ciudad completa y en el colegio- al cual me fui casi en lancha- nos pidieron que nos devolviéramos a nuestras casas a traer latas y cosas de comida para ponernos a cocinar en los albergues para los damnificados. Fuí asustadísima con el director y le dije que apenas sabía si podría llegar a mi casa y que no creía que pudiera devolverme con comida y quedarme a cocinar.. el director me vió a los ojos, me palmeó la cabeza y me dijo: no te preocupes Rosalind ya sabemos que tu eres de los damnificados.. jajajaja.

Pero no quiero aburrirlos con historias tan poco pasteleras.

En la prepa obtuve 2 grandes conocimientos culinarios.

Uno llegaría a casa por una señora obregonense que había editado un libro que era como una especie de recopilación de todo aquello que cualquier damita obregonense debía conocer o saber hacer: "Colachi Femenino" (argot pueblerino de Collage).

Venían ahí muchas recetas que tendría que aprender a hacer: coricos, pay de queso (con queso regional no philadelphia, que era importado en ese tiempo por cierto), flan con leche normal y azúcar (no leche condensada).

Gatear antes de caminar (gran lección), yo había querido volar y no sabía ni gatear.. jajajaja. Probé todas las recetas de ahí, que a mi amá le gustaban, todas las clásicas del pueblo y de nuestras raíces. Pan de elote, champurrado, arroz con leche, churros, hasta jamoncillo hice. Buenos resultados?.. jajajaja a veces sí a veces no. Pero mi amá toodo se comía (no me extraña que hoy sea diabética, gulp).

En fin, Salvo las pautas de buen comportamiento y el como conducirse con propiedad en sociedad, ya era toda una damita obregonense.

El colachi representaba para mí, la fuga de la prepa, principalmente cuando había que ir a los trabajos en equipo, a casas en donde había alfombras, televisiones a colores, refrigeración, servidumbre con uniforme!, jajaja, cosas muy raras con las que nunca había tenido contacto.. hoy me dirían.. que naca!, pero entonces sólo un .025 de la población tenía acceso a ese tipo de nivel socioeconómico.

Después de una ida a esas casas, necesitaba reafirmarme y sentir que mi vida era buena y mejor. Hacía cosas que eran accesibles a nuestros bolsillos y .. practicaba, practicaba, practicaba. Alguna vez tenía que aprender!

En esa prepa, aprendí muchas cosas: A no desear lo que no tenía, a aceptar lo que se me había dado y divertirme con ello. Aprendí a dar gracias por mucha ayuda que me daban en muchos aspectos (raites (aventones) a mi casa, verme como su igual y quitarme mis traumas, la "disparada" de cosas de la cafetería -ocasionales por orgullosa-, medio aprender a como vestirme -aunque no mejoré mucho ahí, me encantaba la ropa "ligera", jajajaja-, ir a cafecitos -algo que nunca volví a hacer porque me traumó, pero aprendí a hacerlo-

Justo en ese tiempo, entable conversación con una compañera de clase, más introvertida que yo: Irma, aunque Irma era así, porque era su carácter, no por estar inadaptada como yo. Más bien, fui yo la que entablé la conversación después de que voltee a verla al sacar algo de una bolsa de papel estraza, se vio encajonada y me dijo: quieres una empanadita?, yo nunca llevaba dinero y no podía despreciarla, además, la empanadita en realidad estaba muuy buena, era de guayaba, muuy chiquita. Que buena es, le dije. Sí, dijo Irma, son empanaditas de cerveza, yo las hice.. ooorale, otra loca... no estaba sola en el mundo :D.

Le pedí la receta a Irma y ella lindamente me la pasó. Cuando las hice la admiré aún más, eran muy laboriosas, pero apuesto a que ella tenía aire acondicionado y quien lavara los trastes, yo tuve que hacer hasta la cajeta de guayaba.. jajajaja. Aún así, era admirable, era.. el placer de hacer.

Ella me recomendó un libro que estaba de moda por ese tiempo y donde venían algunas recetas que podrían interesarme: El Libro de las Damas Leonas. Esta agrupación había publicado un libro de recetas con los platillos que hacían las damas leonas. Yo no sabía ni quienes eran ellas, ni a que se dedicaba la agrupación, pero me encantaron las recetas. Aún hoy mi marido, come, de vez en cuando, platillos, salados y dulces que saqué de ahí.

Es un libro que aún utilizo, y con el que mis hijos se enseñaron igual que yo en la repostería. De hecho, Amy (mi hija, la casi-física) ya se lo autoadjudicó de herencia. Ella dice que le deja todos los demás que tengo (que son bastantes, más de 300) a su hermano que está estudiando gastronomía. A mi me gustaba su sencillez y su claridad, creo que a ellos también.

Con el libro de las damas leonas, entré en el mundo obregonense de la alta cocina de aquel entonces, lo digo en serio aunque suene a broma, ese libro me daría una visión distinta de lo que uno podía comer, dulce y salado.. Sería uno de los libros con el que cargaría el resto de mi vida. Ya no tiene pasta, algunas hojas están perdidas, Igual que el Colachi.

Treinta años ya.. Dios, como es que sucedió tan rápido?.. jajajaja

5 comentarios:

Amy Brito dijo...

Gracias por ser quien eres y por haber aprendido tantas cosas, porque de no ser así, yo no hubiera tenido la oportunidad de ser quien soy, la casi física. Te amo, y el libro de las damas leonas es mío jejeje

Anónimo dijo...

ya intente poner 3 comentarios aqui y 5 en mi cel y no se ha podido, si este se puede solo diré muchos saludos, me encanta =)
by: Lorenzo Chávez

Rosal dijo...

Muchas Gracias a Ambos, mi amor hija, lo sabes, es incondicional, siempre estaré orgullosa de ti. Mamá cuervo.

Rosal dijo...

Lorenzo:

Que te puedo decir?, a veces me parece que no merezco tanto elogio, sin embargo, lo agradezco mucho y le doy el valor que tiene al hecho de que te guste, lo que hago, lo veo como desfogue y explicación para todos los que estamos envueltos por alguna pasión y dificilmente sabemos porque y que nos llevó a ello. Diríamos que es una catarsis pública. Gracias por estar a mi lado.. son buenos terapeutas. Un abrazo

Anónimo dijo...

Estoy buscando ese libro en línea y salvo que yo no tenía para nada buenas calificaciones me identifico muchísimo contigo!!! Lejos de casa lo único con lo que me siento cerca de las familia son las ricas comidas sonorenses!!! Saludos!!